¿Te salieron granitos y justo viste la publicidad del jabón “mágico” que promete sacarte todo en un solo uso? Te cuento por qué no recomiendo este tipo de jabones como Asepxi@.
Los jabones muy “antibacteriales” o astringentes suelen tener un pH alto, ingredientes demasiado fuertes (como tensioactivos agresivos) y perfumes, mentol o alcohol que terminan irritando la piel. Sí, al principio te dejan esa sensación de cara súper limpia y tirante, pero con el tiempo empeoran el brillo, la sensibilidad y los brotes.
Cuando la piel tiene acné o exceso de sebo, buscamos jabones que limpien “a fondo”. Pero esa tirantez no significa que funcionó: en realidad es señal de que eliminamos lípidos esenciales y alteramos el pH natural de la piel. El resultado es que la piel se defiende produciendo más sebo, aumenta la inflamación y se siente ardor o incomodidad.
Lo mejor en estos casos es elegir un limpiador suave, con pH fisiológico (entre 5 y 5.5), sin perfumes intensos ni alcohol, y con activos que regulen la piel sin dañarla, como la niacinamida o un ácido salicílico en bajas concentraciones y bien formulado. Así la piel se mantiene equilibrada, con menos irritación y mejores resultados a largo plazo.
En resumen: no hace falta castigarse la piel para mejorar el acné. Lo que realmente ayuda es limpiar con suavidad, hidratar y proteger del sol. Con constancia, los cambios se notan y tu piel te lo agradece.
Recomendaciones cuando aparece un brote de acné
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Visitar a tu cosmiatra, dermacosmiatra o dermatóloga de confianza.
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Usar productos recomendados por uno de estos profesionales.
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Tener paciencia: la piel mejora, pero no de un día para el otro.
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Revisar si hay algún cambio hormonal o en la alimentación que pueda estar influyendo.
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Evitar manipular los granitos (exprimirlos suele dejar marcas y empeorar la inflamación).
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Mantener la rutina simple: limpieza suave, hidratación y protector solar.
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Recordar que cada piel es única: lo que a otro le funciona, no siempre es lo indicado para vos.